Miseria y compañía by Andrés Trapiello

Miseria y compañía by Andrés Trapiello

autor:Andrés Trapiello [Trapiello, Andrés]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00


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EL desasosiego tiene que ver principalmente con la hipertrofia del ego.

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HA sucedido algo muy curioso. En el mundo existe, de un tiempo a esta parte, algo que se llama internet, y en internet, algo que llaman foros. En estos foros, gentes que no se conocen necesariamente, o con más frecuencia que se desconocen por completo, con sus nombres o, peor aún, con nombres supuestos o seudónimos denominados nicks, que significa en inglés pasamontañas, antifaz o verdugo, en estos foros, digo, intervienen unas gentes no siempre bien avenidas, sobre todo tipo de asuntos. Uno de estos foros, que funciona desde hace uno o dos años, se le dedica a uno y a los libros que he escrito. No son muchas las personas que se reúnen con ese motivo, dos o tres docenas de gentes que han acabado siendo amigos entre ellos, hablan, se intercambian informaciones sobre cómo conseguir tal o cual libro agotado, o sobre cualquier otro asunto. Nuestro amigo X, de Elche, fue quien nos puso sobre aviso. Nos contó que se había armado una gran disputa entre los intervinientes de ese foro a propósito de la publicación de los primeros capítulos de El arca de las palabras. Este era el sentir general: se trata de un trabajo alimenticio, rutinario y sin interés, conclusión a la que han llegado tras diez o doce entregas, sin esperar a las trescientas cincuenta que están por llegar. Tendría uno que haber aceptado esas críticas, como acepta otras, y haber mirado a otra parte, pero a veces, cosa pueril, trata uno de defenderse, por perfilarse de modo favorable. Así que escribí una carta y después de explicarme X cómo tenía que hacer para publicarla, la envié con mi nombre al foro. Decía en ella que el resultado habrá sido mejor o peor, pero que pocos trabajos habrán sido hechos con mayor desinterés y con tanto tiempo, por el solo placer de la literatura. En media hora se activaron los tertulianos, vecinos de los cuatro puntos cardinales, con una nueva opinión unánime: ni yo era quien aseguraba ser, el autor en persona, y más me valiera irme con viento fresco, porque allí no se aceptaba a los provocadores, ni tenía vergüenza por intentar pasarme por alguien tan inconfundible como AT. Para acreditar las sospechas de que se trataba de un impostor, aducían que AT. no ha intervenido nunca en su foro en dos años, y no iba a hacerlo ahora. Me sentí como el Chaplin que quedó en quinto o sexto puesto, o el que fuese, en un concurso popular de «charlots». Respondí contando esto mismo de Chaplin. Pero volvieron a responderme: «Buen intento, amigo, pero largo de aquí, déjanos, y sigue leyendo a T., a ver si se te pega algo de su estilo, porque el tuyo es aún bastante cursi».

Salí de allí con el ánimo confuso y suspenso, igual que el propio Charlot en alguna de sus películas mudas, cuando al final se aleja por un camino moviendo su



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